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12/28/2010

Adolf Hitler: Pintor y Arquitecto

En septiembre de 1907 –tenía 18 años– intenta por primera vez ingresar en la Academia de Bellas Artes de Viena. Tras prepararse intensamente a lo largo de más de un año, se presenta al examen de admisión. Compite con 113 aspirantes. Logra superar la prueba escrita en la que son eliminados 33 concursantes y se somete al examen de dibujo donde se evalúa un conjunto de sus trabajos realizados en los meses precedentes. Sólo aprobaron 28 aspirantes y Hitler obtuvo un “insuficiente”. Ante este fracaso, intenta matricularse en la Escuela de Arquitectura pero no reúne los requisitos y ni siquiera llega a la prueba de admisión.

Un año después, en septiembre de 1908 repite el examen de ingreso a la Academia, pero esta vez no logra pasar la prueba escrita. No obstante estas dos experiencias negativas, se instala como pintor en 1910. Realiza obras en pequeño formato (5 x 22 cm), generalmente sobre cartón copiando paisajes de tarjetas postales, grabados antiguos y, a veces, alguna figura del natural. Ocasionalmente pintaba al aire libre. En su mayor parte se trataba de dibujos a lápiz –abusaba del lápiz graso–, tintas coloreadas y acuarelas.


Sus Obras:
Sus bellas pinturas tiene vívidos colores y detalle arquitectónicos, pero por lo general son escenas solitarias, pertenecen a su época de vagabundo y pintor de paisajes:

Sus obras son muy detalladas, casi sin presencia humana, parecen un decorado inecesario.

Sus obras son totalmente convencionales, sin ninguna propuesta arquitectonica o emocion humana, por sutil que parezca.
No obstante, en Viena era considerado un «don nadie» y en Munich no dejaba de ser un marginado. Dice Ian Kershaw en su excelente y muy documentada biografía (Hitler, Ed. Península/Biblos, Barcelona 1999): “Para Hitler la guerra era un regalo del cielo. Desde que lo habían rechazado en la Academia de Arte en 1907, había ido vegetando, resignado ante el hecho de que no se convertía en un gran artista y acariciando el sueño de que llegaría a convertirse en un distinguido arquitecto… de un modo misterioso, ya que no tenía planes para culminar esa ambición ni esperanzas realistas de hacerlo” (primer tomo: 1889-1936, pág. 107).

Como soldado de la guerra 1914-18 se entrega con fervor y es condecorado dos veces. Se sabe que escribía poemas en las trincheras, denotando, una vez más, una índole artística como componente importante de su personalidad. Hay que recordar que en el Primer Manifiesto Futurista de 1909 de Marinetti y sus seguidores se puede leer la frase “queremos glorificar la guerra, la única cura para el mundo” (no en vano el futurismo terminaría siendo la cultura oficial del fascismo). Para Hitler su participación en la guerra fue una “cura” que despertó en él un interés por la acción política, estableciendo un puente entre sus días de pintor y los de orador y agitador público. De allí en más, las cartas estarían echadas y seguiría la terrible historia que todos conocemos.




Sus obras solian ser flores marchitas, expresando una soledad y una solemne tragedia.

Pero no era el unico lider de la SGM, frustrado por no haber estudiado arquitectura o arte.....

   
La marcha favorita de Hitler






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